sábado, 29 de mayo de 2010

¿CAPAZ O INCAPAZ?

Toda una vida para decir “Te quiero”. Y todo por culpa de un juego... O quizá gracias a un juego. Sophie (Marion Cotillard) y Julien (Gui-llaume Canet) han diseñado las reglas del jue-go. Y serán, de por vida, los árbitros... y, a menudo, las víctimas. “¿Te atreves?” “Me atrevo”. Se atreven a to-do, desde lo mejor a lo peor. Ridiculizan los tabúes, se saltan las prohibiciones, se enfrentan a la autoridad, ríen, se hacen daño. Son capaces de todo... excepto de reconocer que se quieren. El juego empieza con un desafío inocente: un desafío para olvidar que mamá está muy enferma... para olvidar que toda la clase la llama “polaca guarra”. Después de unos cuantos desafíos, el juego se ha conver-tido en lo más bonito, lo más intenso de la vida de los dos niños. Juegan, se quieren... El juego, el amor... El amor, el juego... Pero es mucho más simple ser sólo amigos. La vida pasa, el juego si-gue cada vez más intenso, como la pasión... Y cada vez que con-testan “Me atrevo” están diciendo “Te quiero más que a mi vida”. “¡Me atrevo!”

TIEMPO

Miedo al paso del tiempo, es que corre tan deprisa. Al pensar en aquellos tiempos en que todo era tan bonito, inocentes que eramos. Vivir libres de preocupaciones y sin obligaciones, quisiera regresar  tan sólo un instante y volver a sentir todo aquello. Volver a percivir las mismas sensaciones, los mismos aromas. La nostalgia del tiempo que grande es ahora, aunque que nuevos tiempos se acercan pero le temo al mañana.
Horas, minutos y segundos se me escapan de las manos, yo quisiera retenerlos , que los buenos momentos fueran más duraderos y los malos efímeros.
Te veo y el cuerpo se me enciende. Mi sentimiento es inexplicable  pero siempre espero verte. Siempre Pendiente de tus movimientos, amargura en la que entro ante la decepción de no verte.


Me importas, no me importas, que no tiene un sentido alguno. No entiendo lo que piensas, quiero más de ti. Un beso, una carizia…¿tansolo unas palabras? Susúrrame a el odído y dime que me quieres.

No quiero ni mirarte por miedo a mostrar lo que yo siento. Pues pretendo esconderlo, no quisiera desprenderlo. Má tarde me arrepiento de no haberte ni mirado y hacerme bien presente. Que la vida son sólo tres días; dos de fiesta y uno de resaca.

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